CONOCIENDO A IÑAKI OCHOA DE OLZA

IÑAKI OCHOA DE OLZA
ALPINISTA NAVARRO
Iñaki tenía un gran plan en mente que no pudo llegar a ejecutar. Era un proyecto humanitario que transcurría paralelo a uno deportivo, con la finalidad de recaudar fondos para los niños del Himalaya. SOS Himalaya nació para conservar y difundir la memoria de Iñaki y la consecución de este gran proyecto.

Iñaki y los agujeros insondables
Iñaki Ochoa de Olza es un agujero enorme en la vida de los que le quisieron, yo entre ellos, por supuesto. El carisma, a diferencia de la capacidad para escalar montañas, no se entrena. Se nace con él, y punto. Iñaki era un faro y poseía el don extraño que acompaña a los seres dotados de una personalidad atractiva: siempre apetecía charlar con él, quedar con él para esquiar, escalar o correr por la montaña. A su lado, la charla siempre resultaba brillante, salpicada por sus miles de anécdotas derivadas de una larga trayectoria en el Himalya que le concedió la suerte de conocer a los mejores alpinistas del momento. Todos recuerdan a Iñaki con las mallas que le regaló Carsolio, o con el plumífero de alguna otra estrella. Por eso se nos hacía extraño verle con ropa nueva, obsequio de su patrocinador: “tengo tantas cajas de ropa sin abrir en casa que no sé qué hacer con ellas”, se reía de sí mismo, consciente de lo mucho que le costó alcanzar un patrocinio… que ni siquiera deseaba. Su risa era un estallido, una onda expansiva que contagiaba inmediatamente la atmósfera. Todavía conservo su contacto en la lista telefónica de mi móvil, como si solo el gesto de eliminarlo fuese a borrar también todos los recuerdos… o el anhelo de tener una última conversación. A veces, aún a sabiendas de que ese número telefónico pertenece ya a otra persona, me entran ganas de pulsar y ver quién contesta. Puede que responda él mismo, amonestándome con un “ya te ha costado llamar, tío”.
No sé ya muy bien qué es ser un gran alpinista, o himalayista, o escalador, pero sí sé reconocer a aquellos que aman las montañas de forma visceral. En la cocina de la casa de Iñaki, en Pamplona, me quedé mirando fijamente un calendario en la pared, con todas las fechas tachadas y pequeñas anotaciones jeroglíficas. “Qué es esto?”, pregunté. “Son los días que entreno, los marco con una cruz”. No había un solo día sin tachar. Ese día entendí que Iñaki se respetaba mucho más de lo que dejaba ver, que su pasión y su voluntad de hacerlo bien eran mucho más poderosas de lo que cabía imaginar. Su enorme conocimiento de la historia del alpinismo, de sus rutas, héroes y antihéroes también daban pistas acerca de una pasión a la que se dedicó como si no hubiese un mañana. A veces me preguntaba de qué vivía. Solo una cosa podía distraer a Iñaki: las mujeres. En este complicado aspecto, era un maestro y ahora entiendo que no era un simple coleccionista sino alguien dispuesto a vivir muchas vidas en una entregando mucho a cambio… salvo su libertad. Cuando no cantaba alguna estrofa dibujada por Barricada, hablaba con enorme cariño y admiración de sus padres y hermanos, sin caer en sentimentalismos pero dejando claro que eran sus sustento emocional. Del agujero de la marcha de Iñaki ha crecido una fundación admirable: SOS Himalaya. Es el arte de dar porque sí. Y ayuda saber que la familia y amigos de Iñaki han desenterrado las palas para cubrir un hueco insondable a fuerza de crear sonrisas.
Oscar Gogorza
Escritor, periodista y amigo
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ASCENSIONES A OCHOMILES
INTENTO DE RESCATE EN EL ANNAPURNA
AMIGOS DE IÑAKI

-Compañero en decenas de expediciones.
-Sigue colaborando con Fundación Iñaki Ochoa de Olza-SOS Himalaya.